Biden recibe a Zelenski en un último intento por salvar la ayuda de EE UU a Ucrania | Internacional

Rusia “debe perder” la guerra en Ucrania. El presidente de ese país, Volodímir Zelenski, ha insistido una y otra vez en esa conclusión este lunes en una intervención en la Universidad Nacional de Defensa, el centro de estudios superiores del Pentágono, junto al secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin. Es un mensaje que ha repetido una y otra vez en un viaje a Washington tan breve como intenso, de apenas 36 horas, para reunirse con autoridades militares, políticas y económicas, incluido el propio presidente Joe Biden, este martes. Su objetivo es tratar de convencer de la necesidad imperiosa de que Washington renueve sus fondos de asistencia económica y militar a la nación invadida antes de que el Congreso eche el cierre por vacaciones este viernes.

“No vamos a rendirnos. Sabemos lo que hay que hacer, y ustedes pueden contar con Ucrania. Nosotros esperamos ser igualmente capaces de contar con ustedes”, ha sostenido Zelenski, que comparecía este lunes ante los militares estadounidenses, envuelto en aplausos y vestido con uno de sus característicos jerséis de color caqui, en el que podía leerse “I am Ukranian” (“Soy ucranio”, en inglés). El “verdadero objetivo” del presidente ruso, Vladímir Putin, es poner fin a “la libertad”, ha agregado.

Para Zelenski, y para un Biden que insiste en que Estados Unidos se mantiene firme en su compromiso “inquebrantable” de asistencia a Kiev, hay mucho en juego. Y muy poco tiempo. Ambos desarrollan una campaña a la desesperada y contrarreloj para rescatar la ayuda en el último momento.

El presidente de EE UU ha pedido al Congreso 61.500 millones de dólares (57.000 millones de euros) para ayudar a Ucrania a repeler la invasión rusa. Esa partida forma parte de una petición por un total de 110.000 millones de dólares, (100.000 millones de euros) que incluye también fondos para Israel, Taiwán y la frontera con México. Pero la oposición de los republicanos hizo que el Senado bloqueara la medida la semana pasada.

Los legisladores republicanos reclaman que junto a la ayuda a Ucrania se apruebe una reforma del sistema migratorio que endurezca las condiciones para solicitar asilo y el control de las fronteras. Ambos partidos se encuentran en intensas negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo en el último momento, una tarea que parece casi imposible: salvo sorpresa, el Congreso cerrará sus sesiones el viernes para la pausa navideña y los parlamentarios no regresarán a sus escaños hasta el año próximo. Para entonces, asegura la Administración, los fondos disponibles para apoyar militarmente a Ucrania se habrán agotado por completo.

A partir de enero, el Gobierno de EE UU podría recurrir a otros mecanismos burocráticos para reponer al menos parte de su ayuda a Ucrania. Pero se habría producido una interrupción en los suministros que —con Rusia inmersa en una ofensiva redoblada, la crudeza del invierno y unas fuerzas ucranias limitadas en el armamento del que pueden disponer— podría resultar fatal para las perspectivas de Kiev de repeler la invasión comenzada en febrero de 2022. La Casa Blanca insiste en que no es posible esperar.

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El presidente ruso “sigue pensando que puede aguantar más que Ucrania y Estados Unidos. Si ahora dejamos de respaldar a Ucrania, eso no hará más que conducir a un mayor baño de sangre, a más agresión y ataques” no solo en ese país, sino más allá, ha advertido Austin en su intervención en la National Defense University junto a Zelenski.

Es un mensaje que ha reiterado el ucranio: “Mi país no es más que un primer paso para Rusia”, ha sostenido, al advertir que si Ucrania cae, Moscú continuará su hostigamiento hacia otros países en el flanco este de la OTAN. “No estará satisfecho solo con nosotros, querrá recuperar las tierras del imperio ruso del siglo XIX. Eso es lo que el zar (en alusión a Putin) quiere”, ha subrayado Zelenski.

La agenda de Zelenski está repleta. Además de su intervención ante los militares estadounidenses, este lunes se reunía también con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. El martes a primera hora participará en una sesión a puerta cerrada con los cien senadores en el Congreso, a lo que seguirá un encuentro en privado con el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson.

Entre los legisladores republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes, donde ostentan la mayoría, cunde la opinión de que Estados Unidos ya ha entregado ayuda más que suficiente al país invadido; que no hay una transparencia suficiente en cómo se emplean esos fondos, y que ese dinero estaría mejor empleado en otras causas dentro del país.

El Congreso de EE UU ha aprobado más de 100.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa. Pero no ha dado el visto bueno a nuevas partidas desde que en enero el Partido Republicano se hizo con el control de la Cámara de Representantes, donde mantiene una exigua mayoría. Según advertía la Casa Blanca la semana pasada, a mediados de noviembre el Pentágono ya había utilizado el 97% de los 62.300 millones de que disponía en asistencia para Ucrania, y el Departamento de Estado había agotado sus 4.700 millones.

El escepticismo de los parlamentarios se extiende cada vez más entre los votantes. Una encuesta de la Universidad de Michigan para el periódico Financial Times encuentra que el 48% del electorado cree que Estados Unidos ya ha gastado “demasiado” en asistencia para respaldar el esfuerzo de guerra de Kiev contra Rusia. Los que creen que se ha invertido la “cantidad adecuada” rondan el 27%, y solo un 11% considera que no se ha desembolsado lo suficiente. Los votantes republicanos son los más reacios a continuar la asistencia: un 65% cree que Estados Unidos ya ha dedicado demasiados recursos, frente al 52% de los independientes y solo un 32% de los demócratas.

“Este es el momento de actuar porque, si no lo hacemos, todos sabemos qué es lo que ocurrirá. Putin podrá seguir adelante con impunidad, y todos sabemos que no se detendrá en Ucrania”, aseguraba este domingo el secretario de Estado, Antony Blinken, en una serie de entrevistas televisadas.

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