José Manuel Puertas: Luz en el lado oscuro | Baloncesto | Deportes

Siempre hay un lado oscuro. También en las historias de éxito. O quizás especialmente en las historias de éxito. El relato del triunfo deportivo suele imponerse, pero en el trayecto se van escribiendo notas al margen. Son apuntes que se alejan de los valores que proclama la corriente principal. Y, de alguna manera, contribuyen a humanizarla, a atraer a otro tipo de público, a consolidar esa analogía permanente entre lo que sucede en una cancha y la vida. Porque en el deporte, como en la vida, también hay gente violenta, grosera, insoportable, provocadora o, sencillamente, perdida. Y aunque dejarán momentos para el bochorno, el paso del tiempo irá suavizando su impacto, moldeándolo hasta convertirlo en un recuerdo casi amable. Se tratará de una cuestión de perspectiva y de empatía. Muchas veces esas historias díscolas vienen marcadas por un contexto complicado, especialmente en la infancia. Al conocerlo, el lado oscuro recibe algo de luz.

En Los bad boys de la NBA (JC), José Manuel Puertas elige 25 jugadores cuyas historias colisionaron con la imagen de la mejor liga de baloncesto del mundo. Para entender al mítico Isiah Thomas, por ejemplo, hay que acudir a una infancia como el menor de nueve hermanos, sin figura paterna, buscando en la calle monedas o restos de comida, con drogas, peleas y robos a la orden del día. Con un talento especial para el baloncesto y para buscarse enemigos en la cancha y fuera de ella. Tiene dos anillos de campeón de la NBA logrados en los años en los que Larry Bird, Magic Johnson y Michael Jordan acaparaban la atención. Se enemistó con los tres.

El contexto de Bill Laimbeer, exjugador de los Cleveland Cavaliers y los Detroit Pistons, era muy distinto al de su compañero Thomas. No impidió que hicieran buenas migas. “Soy el único en la liga que gana menos que su padre”, declaró en tono jocoso. Estaba en el baloncesto para divertirse. A su manera, claro. Se convirtió en uno de los jugadores más odiados de la historia de la competición. Cómo sería su actitud que el propio Thomas dijo un día de él: “Hay que entender que tiene buen corazón… El problema es que no tiene conciencia”.

Tipos engreídos, conspiranoicos, que saltaron a la grada a por un hincha que les había lanzado un vaso, que tuvieron problemas con las drogas, que tomaron decisiones equivocadas, que perdieron el control, que hablaban antes de pensar o que derrocharon millones de dólares. Todo ello queda contextualizado al conocer sus trayectorias vitales.

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